En diciembre de 1988, tres años y medio después de que naciera el colectivo Vecinos Sensibles de Palermo, nos propusimos crear un medio de comunicación barrial, comunitario, artesanal, como todo lo que se hacía desde la agrupación. Cerrábamos un año muy activo. Sabíamos que embarcarnos en la producción de un canal de comunicación implicaría un aprendizaje -ninguna de las personas que participábamos en ese tiempo éramos periodistas o teníamos demasiada experiencia en el rubro-. Por eso, el primer ejemplar llevó como número el 'menos 10'; es decir, nos propusimos hacer diez ediciones para ir aprendiendo. El primero fue de presentación, el segundo fue -básicamente- para convocar al corso del año siguiente.


A partir del 'menos 7' (no hay registro del 'menos 8'), de mayo de 1990, adoptó el formato 'diarito' (tabloide) que sostendría los siguientes cinco años. Como apreciarás, pasó más de un año entre que hicimos los dos primeros intentos y el comienzo en firme de esta experiencia comunicacional.
Todo era artesanal, ¡hasta los avisos publicitarios! Los textos 'impresos' se generaban en unas computadoras especiales que debíamos usar en la redacción de la misma imprenta en la que empezamos a producir el periódico, la "Agencia Periodística CID", que estaba en Av. de Mayo 666. Los textos salían en 'galeras', tiras largas que luego debíamos cortar según el diseño de cada página, para luego llevar el 'original' a la imprenta, donde hacían una 'película' (tipo radiografía) que era lo que se mandaba a copiar para hacer la reproducción de los diaritos.
Como quienes hacíamos Palermo Sensible participábamos de las actividades de los Vecinos Sensibles, la conexión entre el contenido y la agenda del grupo iban muy de la mano.
El impacto y la recepción que tuvo el periódico en el barrio, hizo que tuviera mucho apoyo de comerciantes, lo que permitió ampliar la cantidad de páginas... ¡Y eso que aún no habíamos llegado a la edición número 0!
El barrio es una fuente inagotable de recursos de todo tipo, especialmente, humanos. A medida que aumentaba la circulación, más gente se acercaba a colaborar... y así dimos con un gran dibujante, Fely (Feliciano Garcia Zecchin), muy muy joven en ese tiempo.
En la última página arriba de este párrafo, se puede ver que comenzábamos a articular con otros colectivos, en este caso, Amigos del Lago de Palermo, que resistían el atropello del gobierno municipal de aquel entonces (Buenos Aires no era todavía un distrito autónomo), afectando el ecosistema del lugar.
Y, al fin, ¡llegamos al mágico número 0! Con mucho para celebrar...
En esta edición empezamos a publicar 'las cuentas' del periódico, es decir, cuánto recaudábamos de publicidad, cuánto dinero costaba la impresión y cuánto quedaba. Un acto de transparencia que nadie pedía pero que reflejaba una manera de hacer las cosas. Otro detalle, figuraban los teléfonos particulares de quienes hacíamos el periódico... los mismos teléfonos que estaban pintados en murales y salían en notas de prensa... cada una de nuestras casas era una 'sede' del colectivo comunitario.
Y, tiempo después, luego llegó una PC a nuestras vidas... y los diseños empezaron a cambiar, manteniendo el mismo espíritu del periódico vecinal, ¡y sumando páginas!
Otro paso en el crecimiento fue la incorporación de firmas, tanto de periodistas de larga trayectoria -aunque no fueran de renombre- como de quienes fueron parte del equipo desde el comienzo y tomaban la palabra para ir compartiendo mensajes más elaborados en cada edición. Eso sí, como desde el comienzo, los días de cierre eran -generalmente- de trabajo continuo, casi sin dormir... para mantener la regularidad y salir en la fecha prevista.
Estos son algunos de los hitos por los que pasó Palermo Sensible, en sus seis años de vida.
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